miércoles, 7 de junio de 2017

El espectáculo de la música como instrumento político


Decía hace ya cuatro años:  Seguimos a la merced y al capricho de lo que el mundo empresarial y el mundo financiero dictaminen para el futuro de la humanidad. Seguimos escuchando sus medios de comunicación: su prensa, su radio, sus televisiones, su cine; seguimos "informándonos" sobre el mundo según el prisma de sus intereses, no según un criterio racional y ético de comprensión del mundo.
Necesitamos una cultura libre de los intereses económicos egoístas de los dueños de la economía, necesitamos una cultura que forme personas, como personas libres y éticas, y como seres con conocimientos rigurosos, una cultura que defienda el respeto y el diálogo como formas de entendimiento entre los seres humanos y el espíritu crítico como forma de conocimiento.

Pero estamos en las mismas, haciendo bueno el dicho de Goethe de que el espíritu de los tiempos es el espíritu de los amos.  No tenemos un pensamiento independiente y propio, y por tanto nos convertimos en esclavos intelectuales, que piensan y hacen lo que otros quieren que pienses y hagas.
Es en la música donde esta inconsciencia es más notoria, no viendo como constituye una poderosa arma política, pero arma política con no precisamente buenas intenciones. Que utiliza el arte y las emociones para someter y finalmente anusar de las personas. Se promete libertad, fraternidad y felicidad, en el seductor ambiente del mundo del espectáculo; sin embargo, llegan, como llegaron, las penurias económicas, porque de eso se trataba, de que unos se enriqueciesen mientras otros pagaban el concierto que propiciaba este robo.
Incorregible el ser humano, que explota y esclaviza a los demás sin descanso, no escatimando medio o forma, sea tenor, grupo de rock, charanga o escritor.
Les muestro, relacionado cono lo que les comento, este excepcional artículo de Erico Valladares sobre esa utilización perversa y malintencionada de la música con ese propósito.

LOS LADRONES DEL SENTIDO COMÚN  (COMO EL PODER FORMA NUESTRA OPINIÓN)
Erico Valladares


Ya hemos hablado hasta el cansancio sobre cómo el poder económico ocupa espacios en la cultura para colonizar el sentido común de las mayorías y hacerlas “pensar” en función de sus intereses. Y aquí traemos dos ejemplos históricos recientes de piezas musicales muy famosas para demostrar que, con mensajes más bien directos que subliminales, la entonces millonaria industria discográfica de los países capitalistas occidentales jugó activamente en la defensa de los intereses políticos de la época. Se trata de Wind of change (Viento de cambio), de la banda alemana occidental Scorpions, y de la versión de Go west (Vayan al oeste) hecha por los británicos de Pet Shop Boys a partir del clásico de Village People, cambio de significado mediante.
Seguramente conocés ambas canciones y te gustan mucho, ya que son piezas musicales de una calidad artística innegablemente muy alta. Pero, ¿alguna vez te preguntaste qué mensajes operan en sus letras y en la simbología utilizada en sus videos musicales? La Batalla Cultural, ni lerda ni perezosa a la hora de leer entre líneas, te lo muestra.

Los “vientos de cambio” en Wind of change

No, el famoso “cambio” no es una idea nueva. En realidad, hace rato que a los pueblos nos vienen metiendo ese perro para vendernos restauraciones blancas, liberales y neoliberales. Allá por el año 1990 —justo entre la caída del Muro de Berlín (1989) y la disolución de la Unión Soviética (1991)— la banda alemana Scorpions lanzó en inglés su hit Wind of change, en el que promocionaba las bondades de la “Glásnot” y la “Perestroika”, las famosas “transparencia” y “reestructuración” que habrían de destruir el socialismo soviético y decretar el triunfo mundial del neoliberalismo y el surgimiento de la hegemonía unipolar de la OTAN/Estados Unidos en la naciente década de los años 1990. Justo una canción en inglés hecha por alemanes occidentales y cuyo tema era Rusia. ¿Casualidad? Ya veremos que no.

¿Qué quería instalar Wind of change en el sentido común? Pues veamos primero algunas partes de su letra, que es demasiado elocuente:
The world is closing in/El mundo se está acercando

Did you ever think/Alguna vez pensaste

That we could be so close/Que podríamos estar tan cerca

Like brothers/Como hermanos

The future’s in the air/El futuro está en el aire

I can feel it everywhere/Puedo sentirlo en todas partes
Blowing with the wind of change/Soplando con el viento del cambio

Take me to the magic of the moment/Llévame a la magia del momento

On a glory night/En una noche de gloria

Where the children of tomorrow dream away/Donde los chicos del futuro soñarán

In the wind of change/En el viento del cambio

Walking down the street/Caminando por la calle

Distant memories/Recuerdos lejanos

Are buried in the past forever/Están enterrados en el pasado para siempre

The wind of change/El viento del cambio

Blows straight into the face of time/Sopla directamente a la cara del tiempo

Like a stormwind that will ring the freedom bell/Como una tormenta que hará sonar la campana de la libertad

For peace of mind/Para la paz de espíritu

Let your balalaika sing/Deja que tu balalaika [el Oriente] cante

What my guitar wants to say/Lo que mi guitarra [el Occidente] quiere decir
Más allá de esa “hermandad” forzada entre Oriente y Occidente (que, por otra parte, es una utopía irrealizable puesto que la occidental y la oriental son culturas no homologables), lo que la multimillonaria superestrella occidental Klaus Meine parece olvidar de explicarles a los “chicos del futuro” es que vivirían de allí en más en la inseguridad de una economía de mercado que no garantiza ningún derecho salvo de vender su fuerza de trabajo al peor postor, y que la “libertad” prometida es una libertad que se resume a permitir que los ricos puedan hacer lo que quieran con su dinero. Nadie les avisó a los chicos que jugaban en el Parque Gorky, a orillas del Río Moscova, que el “viento de cambio” los iba a despojar de su dignidad, de su educación gratuita y de calidad, de sus sistemas de salud y previsión universales, de sus viviendas subsidiadas y su tan preciada igualdad social que la “tiranía comunista” aseguraba a todos los ciudadanos. Pero el muro tenía que caer y cayó, dejando a las clases populares de Europa oriental en el estado de abandono y pobreza que vemos hoy.
Pero Klaus Meine se equivocó en su expresión de deseo cuando afirmó que “los recuerdos lejanos” estaban “enterrados en el pasado para siempre”, ya que por toda Europa del Este y también en Rusia y las exrepúblicas soviéticas el socialismo viene creciendo bajo la consigna de “antes estábamos mejor”. Quizá les suene también a los argentinos y brasileños de hoy, porque todo tiene que ver con todo y siempre nos hacen pisar el palito con el mismo cuentito de “cambio” y “libertad”.
El análisis del video musical respectivo se cae por su propio peso, con su pirotecnia y júbilo en las calles de Berlín. Y lo dejamos a continuación para que el atento lector pueda volver a verlo y a resignificarlo a la luz de los hechos. Eso sí, sin dejar de disfrutar de la obra musical, como decíamos, es de altísima calidad porque la tarea de colonizar el sentido común requiere de cosas lindas, cosas que lleguen al alma. Y ellos lo saben.


¡Al oeste, muchachos!

Claro, los Pet Shop Boys dirán —y efectivamente lo han dicho en más de una ocasión— que no, nada que ver. Go west no se refiere a ningún éxodo a los países capitalistas occidentales tras la caída de la Cortina de Hierro ni mucho menos, sino a una marcha triunfal del orgullo gay a San Francisco, meca de la comunidad homosexual en el mundo. Para afirmarlo, estos británicos juran por el amor de Village People, de quienes han tomado la canción original lanzada en 1979.
Es cierto que los Village People hablaban de San Francisco, California, en su obra original de fines de la década de los años 1970. Al fin y al cabo, ese era el asunto de casi todas sus canciones: el orgullo gay. Pero una rápida inspección del video musical en la versión de 1992 hecha por los Pet Shop Boys (y el hecho de que la grabaron ese año, en plena liquidación de la URSS) nos demuestra que aquí no hay ninguna San Francisco idílica. Se trata de propaganda occidental de la peor calaña aunque, de nuevo, la pieza artística en sí es excelente.
Ya de arranque, este material propagandístico muestra una Estatua de la Libertad (que, como sabemos, está ubicada en Nueva York, bien lejos de San Francisco) seguida por una estrella roja socialista que… ¡se desintegra en el aire! A continuación, un paseo por el planisferio nos lleva desde el extremo oriente ruso a Estados Unidos, pasando por Europa en su viaje al Oeste. Solo con esto ya estaríamos para demostrar el carácter propagandístico de la obra, pero hay más:
  • Un típico coro ruso, con voces en inglés, que nos acompaña por toda la canción. Ese coro está claramente inspirado en este, como verán.
  • Soldados soviéticos estilizados, incluso con boinas rojas
  • Banderas rojas flameando por todas partes
  • La estrellita roja que se sigue desintegrando y saliendo despedida
  • Estatuas soviéticas estilizadas, monumentos soviéticos y hasta un mural del mismísimo Lenin
  • Simbología incidental del proyecto espacial de la URSS
  • Imágenes de los propios Pet Shop Boys caminando por la Plaza Roja, parados delante de la Catedral de San Basilio y señalando al Oeste desde allí (¡vayan al Oeste de una maldita vez!)
  • Directamente la hoz y el martillo, para que no subsistan dudas.
Pero los Pet Shop Boys insisten en que “no, eh, nada que ver”. ¿No son tiernos?
También les dejamos a continuación el video, para que puedan analizarlo y encontrar toda la semiología antes indicada.


Estos son tan solo dos ejemplos del bombardeo cultural al que sometieron el mundo a principios de los años 1990. Súmese todo eso al triunfo una Alemania “reunificada” en el Mundial de Fútbol de ese año —con robo escandaloso en el partido final a la selección argentina mediante— y podremos tener una idea aproximada de lo que les hicieron a los alemanes, los europeos del Este y a los rusos en general para venderles la idea del “cambio”.
La única sorpresa aquí es que Mauricio Macri no haya utilizado ninguna de estas dos canciones en su campaña. Todo tiene que ver con todo, pero a veces las relaciones se les escapan a los asesores de marketing. Y también a los pueblos.

https://www.labatallacultural.org/2017/05/14/los-ladrones-del-sentido-comun-como-el-poder-forma-nuestra-opinion/

PS:
La cultura, un arma de doble filo.

3 comentarios:

  1. "El asunto de fondo es la relación entre música popular y subjetividad. Hemos argumentado que la transformación de los principales músicos populares en ejecutivos empresariales y su divorcio subsecuente de los movimientos sociales ha jugado un papel importante al bloquear la emergencia de una conciencia radical, particularmente entre la juventud. Ello tiene especial relevancia a la luz del deterioro de las condiciones sociales de la juventud trabajadora (crecimiento del desempleo, empleos mal remunerados sin perspectiva, etc.) La brecha entre el grave declive socioeconómico y la débil respuesta política ‑ausencia de rebeldía social– puede explicarse en parte por el medio cultural al cual la juventud está más expuesta: la música. ¿Dónde están todos los músicos comprometidos? Los movimientos no crearán automáticamente nuevos músicos comprometidos. Hace falta una reflexión cultural crítica sobre el presente y la recuperación del pasado. Aún más importante es el rescate de la noción de la virtud de ser parte de un movimiento social, antes que miembro de una billonaria compañía disquera multinacional."

    James Petras / Todd Cavaluzzi

    https://arrezafe.blogspot.com.es/2013/01/capitalismo-y-musicos-pop_4.html

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    1. Muy acertado el artículo de Petras.
      En la mentalidad popular se piensa que la música comercial no se mete en política, cuando en realidad está cargada de ella; pero en beneficio del negocio de los monopolios económicos, no solo de los musicales.
      Se utiliza aquí la música como medio de adoctrinamiento y de explotación, no se nos olvide.

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  2. Y conseguido el adoctrinamiento total, lo que queda es ya la brutalizacion y la absoluta mediocridad de la musica actual para mentes ya planas.
    Muy acertado el detalle de composiciones de calidad, belleza musical de esos dos vídeos. Asi se consigue un absoluto seguimiento y una inoculacion efectiva del mensaje. Objetivo cumplido. Ahora, con la porquería de música que hay, repleta de machismo, sexo, drogas etc, cumple la función posterior del adoctrinamiento, que es la enajenación y brutalizacion social. Y el enriquecimiento secular de las compañías, ese factor siempre permanente.

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